La situación de vulnerabilidad de los hogares en situación de pobreza con niños, niñas o adolescentes, ha empeorado desde el inicio de la pandemia por COVID-19. En Ecuador, ocho de cada 10 hogares con niños, han visto reducidos sus ingresos y están experimentando mayor dificultad para acceder a alimentos nutritivos, según una encuesta, presentada por UNICEF.
“La pandemia nos ha hecho retroceder. La pobreza, la desigualdad y el desempleo han aumentado a un ritmo sin precedentes en América Latina y el Caribe, convirtiéndonos en la región más golpeada por la pandemia y sus consecuencias”, afirma la Directora Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, Jean Gough, quien se encuentra de visita oficial en Ecuador. “Es urgente que los hogares más golpeados por la crisis reciban protección y que los niños, niñas y sus familias sean el centro de las estrategias de recuperación”.
Las familias ecuatorianas, en especial aquellas con niños y que ya se encontraban en situación de pobreza antes de la pandemia se han visto dramáticamente golpeados en su economía, salud, educación y acceso a derechos básicos. Aunque ha pasado más de un año y medio, desde que inició la pandemia, en Ecuador, la situación sigue empeorando para estas familias:
• Las interrupciones en los servicios esenciales de salud afectan particularmente a los niños menores de 5 años: en 14% de hogares no se ha seguido el esquema de vacunación infantil. Las familias afirman que la principal causa es la falta de vacunas.
• Solo 4 de cada 10 hogares con niñas y niños menores de 5 años accede a servicios de desarrollo infantil o educación inicial.
• 9 de cada 10 hogares con niños, niñas y adolescentes del estrato más bajo solo pueden acceder a educación a través de un celular. En cambio, en 7 de cada 10 hogares del nivel socioeconómico alto estudian a través de un computador. Los estudiantes de escuelas privadas dedican el doble de horas a recibir clases.
• Para continuar la educación a distancia, 5 de cada 10 hogares, especialmente en zonas rurales, necesitan tener internet o mejorar la calidad de la conexión.
• Las familias más vulnerables presentan mayor afectación emocional. En 6 de cada 10 hogares con inseguridad alimentaria severa, los niños se han sentido tristes o sin ánimo.
• Solo en los hogares con niños, las tensiones no han disminuido.
Para que las familias, puedan salir de la pobreza se requiere un conjunto de medidas económicas y sociales, que promuevan el crecimiento equitativo. Suponiendo un incremento anual del 2 por ciento en los ingresos de los hogares, les tomaría 11 años a las familias con niñas, niños y adolescentes salir de la pobreza; esto les tomará 3 veces más tiempo que a aquellos hogares sin niños.
La respuesta del Estado, a través de servicios públicos de calidad y gratuitos, que cuenten con financiamiento permanente y el personal necesario, es clave para corregir las asimetrías profundizadas por la crisis entre las familias más afectadas y cuidar así el capital humano, que agilite la recuperación post-COVID-19. De igual forma, para ampliar la protección social, su financiamiento requiere de una reforma tributaria progresiva y redistributiva, que garantice una recuperación económica en condiciones de equidad. También resulta fundamental impulsar los ingresos de los hogares apuntalando el empleo formal. “El bienestar, la educación y el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes no pueden seguir en pausa. Solo poniéndolos a ellos y sus familias como prioridad en los esfuerzos de recuperación podremos evitar que el futuro a mediano y largo plazo de nuestros países esté en riesgo”, añade Jean Gough.
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